El chalet Plus Ultra de Gibraleón: Del esplendor moderno al olvido

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Desde la carretera que une a Gibraleón con San Bartolomé de la Torre el conductor ha podido contemplar desde 1933 uno de los iconos de la arquitectura moderna que nos dejó como parte de su legado el arquitecto José María Pérez Carasa: el chalet Plus Ultra, también conocido como el chalet de Damas, en alusión al empresario que encargó su construcción, y cuyos familiares rezan como propietarios.

Su relevancia arquitectónica llevó a la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta a incluir el majestuoso inmueble en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Sin embargo, desde hace años, la evidencia muestra que se encuentra sumido en un completo abandono.

Esta situación obligó a la Junta a pedir al Ayuntamiento de Gibraleón que enviase un requerimiento a los propietarios del chalet para la “conservación y mantenimiento” de la citada edificación. Así lo explica el concejal delegado de Urbanismo del Consistorio local, Manuel Gómez, que ha resaltado la titularidad privada de la misma.

El presidente de la Asociación Gibraleón Cultural, Juan Mandesis, ha lamentado la situación en que se halla el inmueble y cree que, dado su valor, debería ser objeto de las obras necesarias para su mantenimiento por parte de sus propietarios.

“Es una pena, y no entendemos como se ha podido llegar a este abandono”, dice Mandesis, que insiste en que el Plus Ultra debería tener “cierto mantenimiento”.

De la misma opinión es el profesor José Marín, estudioso de la historia olontense, quien ha subrayado la importancia urbanística de la edificación. “Es una pena”, dice en referencia a su estado.

Desde hace años, la residencia se ha convertido en lugar de visita para amantes de lo paranormal, y de lo ajeno. Los primeros intentan hacer creer que sus señoriales dependencias se convierten a menudo en escenario de apariciones del más allá. Sin embargo, lo único contrastado es que, quienes se aparecen realmente en los últimos tiempos, son aquellos que necesitan chatarra para subsistir. Prueba de ello son los agujeros de hierros arrancados de cuajo, entre otros daños visibles, en puertas y ventanas.

El inmueble, en concreto, se encuentra ubicado en una finca rústica. Dicen los entendidos que su gran aportación reside en su imagen “novedosa e impregnante”, que remite a los principios de la arquitectura expresionista alemana de los primeros años 20, y más concretamente a la obra de Erich Mendelsohn.

Sus formas náuticas traen a la memoria las propuestas arquitectónicas de las nuevas tendencias centroeuropeas coetáneas. La construcción se resuelve a base de volúmenes puros, combinados con dinamismo, con formas cúbicas y cilíndricas. La disposición de las escaleras exteriores, los óculos, las barandillas de las terrazas, o las marquesinas aportan claras alusiones a los grandes transatlánticos del momento.

Pérez Carasa es quizás el principal protagonista de la arquitectura del movimiento moderno en Huelva, junto a otros arquitectos, entre los que habría que destacar a Francisco Sedano Arce, Luis Saavedra Navarro o Alejandro Herrero Ayllón.

Y añaden los expertos que la “sorprende rapidez y pulcritud” con que Pérez Carasa incorpora la moda racionalista en su línea ortodoxa, se plasma en no solo en esta residencia sino también en las que diseñó en la calle Cerrito de Punta Umbría, de 1935, para sí mismo, tras una reconstrucción de la realizada en 1932, y Villa Pepita, también en la citada localidad, pasada la guerra.

También realizó diversos edificios en la capital, aunque no proponen variaciones sobre la tipología local tradicional, y representan un esfuerzo por formalizar una imagen racionalista. Entre ellas deben señalarse las viviendas en la calle Berdigón, 42-44 (1936), en la calle Luca de Tena, 26 (1937), y en la calle San José (1937).