Texto y fotos: Álvaro Márquez de Vega
Los responsables de las excavaciones, Alejandra Echevarría y Diego González, expusieron los resultados en una conferencia organizada por la Asociación de Amigos del Museo.
Representan el conjunto de restos del S VII a.C. más relevante desde las últimas publicaciones de Garrido y Orta en 1989
El estudio de los hallazgos realizados durante la última campaña arqueológica del año 2019 en la ‘Necrópolis baja de La Joya’ se presentaron en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI), auspiciados por la Asociación de Amigos del Museo Onubense (AMO) y tras su divulgación internacional en la revista del Instituto Arqueológico Alemán.
“Entendemos que, transcurridos 30 años desde las últimas publicaciones sobre los enterramientos y hallazgos de La Joya, que en sucesivas décadas desarrolló el prestigioso arqueólogo Juan Pedro Garrido, lo que se ha presentado es la más interesante continuación a sus estudios, y así lo demuestran los datos científicos desprendidos”, explicó Diego González, director de Ánfora, empresa onubense encargada de estos trabajos desarrollados en colaboración con la Universidad de Huelva, el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y el Instituto Arqueológico Alemán que, junto a la Junta de Compensación propietaria de los terrenos, han financiado buena parte de estas investigaciones.
Los amantes del patrimonio histórico que llenaron el Salón de Grados universitario tuvieron cumplida cuenta de todos los restos que se consiguieron recuperar en dicha campaña, después de tres años intensos de trabajo de laboratorio, clasificación y reconstrucción, y conformando la segunda 'mejor cosecha’ desde que fuera descubierto este yacimiento en los años 60 del S XX, y consolidando a Huelva como un punto clave en el panorama mundial en el estudio de Tartessos.
El resultado de las primeras ochos tumbas del total de 14 enterramientos que se certificaron en dicha campaña ha dado como resultado un rico conjunto de urnas (vasijas, jarros), platos funerarios y un nutrido ajuar de enseres, que incluyen anillos, colgantes, cuchillos, hebillas o clavos, todos ellos datados con exactitud en S VII a.C., además de pequeños carretes u otros objetos de hierro y bronce, además de restos óseos de banquetes u ofrendas.
"Algunos de los huesos, además de pertenecer a cabras o a jabalíes, se ha podido confirmar que eran de hipopótamo, lo que es una clara muestra del flujo comercial que se llegó a vivir en aquellos lejanos tiempos y de dónde procedían dichos objetos", explicaron los especialistas, que desarrollaron una primera labor de campo desde la primavera a comienzos del otoño de 2019 en la que se admitieron, además, visitas guiadas a las excavaciones por parte de asociaciones, escolares e interesados en general. Desde entonces hasta hoy el concienzudo trabajo de laboratorio ha continuado y no se ha terminado.
La directora de las excavaciones y del estudio Alejandra Echevarría, y el responsable de la empresa, expusieron minuciosamente los hallazgos ya adelantados en la prestigiosa revista especializada 'Madrider Mittelilungen' (Junio, 2021) del Instituto Arqueológico Alemán, que en breve estarán disponibles también en castellano, y en los que han participado un amplio grupo de especialistas y restauradores.
Lo encontrado en esta campaña contrasta con las intervenciones puntuales realizadas en los años 90 y principios del S XXI que no encontraron nuevos enterramientos - a excepción del hallazgo casual de una tumba en 1999, del que después no se hizo publicación oficial- y su relevancia radica en que entronca directamente la senda abierta por las campañas publicadas en las décadas de los 60, 70 y 80 por Garrido-Roig y Elena Orta, de los que, precisamente, fue discípulo el hoy director de Ánfora.
Si los arqueólogos Juan Pedro Garrido y Elena Orta hallaron y clasificaron hasta 20 enterramientos en sucesivas campañas, la empresa encargada de estos últimos ha desvelado 14 nuevas tumbas, de las que se han presentado en la revista científica germana y en la Escuela de Ingeniería onubense las primeras ocho (8), quedando por analizar y presentar dos enterramientos más en los próximos meses, al tiempo que resta seguir analizando los propios objetos ya presentados por nuevos procedimientos científicos.
De estas ocho primeras tumbas se ha confirmado que en seis de ellas reposaron durante 27 siglos los restos de 6 adultos, mientras que en otras dos había enterradas dos familias, cada una de ellas con un infante, en total hasta restos biológicos de 14 individuos.
Respecto a los cuatro enterramientos restantes de la campaña de 2019 “igualmente fueron clasificados y localizados, si bien no desprendieron restos en su interior, debido a múltiples factores”, explicó Echevarría mientras detallaba que el procedimiento habitual de los antepasados onubenses y la cultura tartésica para el rito final, era la cremación.
EL FUTURO DEL YACIMIENTO
La conferencia despertó el interés de los amantes de la Historia Antigua que preguntaron a los ponentes sobre las posibilidades de futuro de este yacimiento, bien fuera ‘conservación in situ’ o, incluso, mediante recreación virtual. El director de Ánfora recordó que “hay una gran superficie de espacio arqueológico conservado superior a los 11.000m2 en la que se podrá seguir actuando en próximas ocasiones, si bien eso dependerá siempre de las administraciones públicas y del propio interés ciudadano, pero nosotros hemos hecho prospecciones con georradar en todo el área arqueológica y en los alrededores y creemos que todo el perímetro, que ya fue habitado desde el siglo XIX y en el que hay actualmente previsión de urbanizar, está agotado como sustrato arqueológico en un 80 o 90 por ciento”.
Será la delegación territorial de la Consejería de Cultura la que dictamine cuáles son los siguientes pasos a dar en dicho área de intervención, si bien los expertos consideran que “puede quedar bastante por descubrir, tanto en la parte alta de la necrópolis como en la parte baja recién excavada - que mira al norte hacia la calle Fray Junípero Serra y que va a quedar totalmente libre de edificaciones según la modificación del PERI de 2018- , por lo que es pronto para desarrollar conclusiones exactas sobre lo que aquello fue en la historia de nuestra ciudad y sus habitantes hace miles de años aunque, afortunadamente, ya sepamos bastante de lo que significó”, concluyó el arqueólogo Diego González.
La presidenta de la Asociación de Amigos del Museo, Blanca Romay, expresó su firme deseo de que estos hallazgos contribuyan a valorar la “enorme riqueza arqueológica de Huelva, y que el museo proyectado para la Plaza de las Monjas y su inversión se dedique a un gran Museo Arqueológico, y no a un Museo de Bellas Artes, que dejaría sin recursos económicos y las mejoras que viene necesitando al valioso patrimonio arqueológico que posee el Museo de Huelva”. A este respecto, vaticinó, pasarán varios años hasta que los últimos enseres descubiertos puedan conservarse en perfecto estado y exponerse en el museo onubense, debido a su fragilidad y a que los trabajos en torno a los mismos no se han concluido.