Crímenes machistas

Ha ocurrido, como era de esperar, de nuevo. Un asesino ha matado a su mujer ante sus hijos en un pueblo de Toledo. Y es la cuarta víctima de este insoportable goteo de crímenes machistas en tres semanas que llevamos de año nuevo, pero no de vida social nueva. No.

A nuestros políticos -a ciertos políticos- les gusta enredar con estupideces como vetos parentales en los centros educativos. Claro, de esos polvos vienen estos lodos. Y al revés.

Deberían caérseles sus sucias caras desalmadas al suelo de la vergüenza -sí, en la tierra de los malvados existe el suelo de la desvergüenza y por él caminan- por comportarse como niños malos y egoístas, y no gestionar de una vez, todos a una, la violencia machista.

No se merecen el pan que les pagamos a precio de oro. Repugna y entristece saber que, nuevamente, una pobre desdichada dejará de ser para siempre persona, que unos hijos llorarán, angustiados, su orfandad a manos de su padre.

De su propio padre. Juraría que ese veto, ese mal llamado pin, apesta a la podredumbre que emana de los que no quieren enseñar a los niños y niñas la problemática social que vive este país con los crímenes hacia las mujeres.