Killian
Cuantas preguntas por resolver, cuantos misterios, cuantos intereses, cuantas intrigas de palacio en el este último periodo descabezado del PSOE de Huelva.
Estos últimos meses ha sido un periodo de sinrazones y de tomas de decisiones inexplicables. La ruleta ha dado tantas vueltas, que la locura ha imperado en el seno de este partido aquí en Huelva, con una serie de decisiones inexplicables por unos que han hecho que los más coherentes, sensatos y serios triunfen.
Nadie se explica como Gabriel Cruz, que disfrutaba de una paz interna en la agrupación de la capital y prácticamente sin oposición en la ciudad, se posiciona para secretario general, conociendo sus limitaciones por su falta de conocimiento de la provincia y poniéndose en manos de gente sin credibilidad ante sus compañeros militantes. ¿Por qué se vuelve a tirar al ruedo de unas elecciones internas, que pueden ser su tumba, sabiendo además que la señalada por la dirección de partido era Maru Limón?
¿Por qué Gabriel Cruz, que tenía un futuro garantizado como alcalde o como senador, se enfrenta a sus dos secretarios generales (nacional y regional) que le habían pedido que se sumara al proyecto de ellos? Después de perder con Susana, es inexplicable su decisión de enfrentarse nuevamente en estas últimas elecciones. El tirarse a la piscina sin agua, lo único que ha demostrado, es que no es un buen estratega y que solo sabe moverse bajo lonas y varales.
Pero hay más preguntas que quedan por resolver. La primera: si Pedro Sánchez ha confiado en Maria Márquez y Maru, una en la ejecutiva y la otra en el comité federal, ¿por qué su representante en Huelva, Manuela Parralo, se postula enfrente del equipo de su jefe, Pedro?
La segunda: ¿por qué los sanchistas se alinean con los susanistas sabiendo que es ya un movimiento del pasado?
La tercera: ¿Por qué Faneca y Ramos, que estaban en el equipo ganador, se pasan al enemigo y desoyen las consignas de sus jefes?
Algunos dicen que estos movimientos han sido todos por ansias de poder, porque se creen merecedores del más alto reconocimiento. No sabemos, no preguntes porque el tiempo te lo dirá, pero lo que sí está claro, es que en política tu serás lo que tus compañeros quieran y no lo que tú desees.