En el supermercado y en las heladerías que proliferan en nuestra costa litoral hay una amplia oferta de helados que van desde los clásicos de toda la vida hasta propuestas más innovadoras que nos sorprenden cada verano. Quizá no lo sabías, pero la mitad de un helado es aire y, el resto, una combinación de agua, azúcares, grasas y proteínas, en proporciones variables. El aire es lo que le da esponjosidad y ligereza, mientras el agua congela el helado y los azúcares y grasas aportan dulzor y textura, respectivamente.
Según su composición, la legislación distingue hasta once categorías de helados diferentes, aunque las más comunes son siete:
- De crema de leche. Tienen un mínimo del 8% de esta grasa y un 2,5% de proteínas lácteas.
- De leche. Los hay de leche entera (2,5% de grasa), y de leche desnatada (máximo del 0,3% de grasa).
- Helado. Compuestos de al menos un 5% de grasa.
- Helado de agua. Son los clásicos polos, compuestos de agua hasta un 88%.
- Sorbete. Se trata de un helado de agua con al menos un 15% de frutas.
- Granizados. Son los sorbetes o los helados de agua semisólidos.
- Postre de helado. Son helados más con más complementos.
¿Cuánto engordan los helados?
Ahora bien, desde el punto de vista nutricional, ¿cuál es más o menos saludable? Todo depende del tipo de helado del que se trate y depende también de su tamaño, obviamente.
En general, se trata de alimentos con valor energético medio o alto, salvo los de hielo, que suelen ser menos calóricos.
Según el estudio realizado por la OCU en la que se analizó el valor nutritivo de 50 helados se descubrió que los menos calóricos, con diferencia, son los polos y sorbetes (100 kcal/100g de media). Le siguen por detrás los helados de leche (210 kcal/100 g de media) y, finalmente, los que llevan galleta o barquillo (303 kcal/100 g de media).
