Francisco Toscano Alonso o Paco Toscano, como todo el mundo lo conoce, no sabe si será algo extraordinario de la Hermandad, pero a la virgen de la Bella no se le toca. “No la tocamos ni nosotros si quiera”, aclara. De hecho, durante los traslados, siempre hay alguien que intenta aproximarse “y nosotros damos el manotazo para impedirlo”. “La Virgen está para disfrutarla, no para deteriorarla”, zanja contundente.
Al frente de esta institución durante las dos últimas legislaturas, el Hermano Mayor de la Virgen de la Bella deja entrever con sus palabras el extremo cuidado detrás de su conservación, sin el cual sería imposible mantener intacta a una imagen cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XV e inicios del XVI.

A lo largo de su historia, la Virgen se ha restaurado en cinco ocasiones conocidas. La más “brutal” tras la guerra civil epañola, cuando robaron la imagen y “la medio destrozaron”, tirándola al río en el Puente de la Barca. Pasada la guerra, la Virgen fue restaurada en Granada en el taller de Navas-Parejo, para poco después rematar su restauración en Madrid, cuando ya viene con la fisionomía con la que la conocemos: con el cabello aclarado y una cara más dulcificada.
El último trabajo de conservación de la imagen se llevó a cabo en 2014 en la Cartuja de Sevilla, “el único sitio donde cabía la Virgen en un aparato de TAC”, aclara Toscano. Con pruebas propias de un analista clínico, Francisco Arquillo, su conservador oficial, examinó el estado interno de la imagen. No hubo sorpresas: los resultaros mostraron que su material, de madera maciza, estaba en perfectísimas condiciones. Aunque le realizaron un trabajo de limpieza para recobrar el brío de su policromía, “porque con el mismo aire se va oscureciendo”, explica el Hermano Mayor.

Pero el mantenimiento de la Virgen es un mimo diario. De ello se ocupa la camarista en funciones, María Bella Prieto. Todos los días por la mañana, aprovechando las horas de menor afluencia en la iglesia, la camarista realiza uno de los trabajos “más rudimentarios”: quitar el polvo a la Virgen. Y, en definitiva, asegurarse que ninguna partícula de suciedad proveniente de la calle se pose sobre ella.
Después, hay un cuidado más específico -y cabe decir, llamativo-. La Virgen de la Bella debe mantenerse todo el año a una temperatura aproximada de 21 grados. Para ello, en 2017 se realizó una gran obra de climatización del camarín en paralelo con las obras de remodelación de la iglesia Santo Domingo de Guzmán: “Desmontamos el retablo del altar de la capilla sagrario, del camarín, y se hizo un trabajo de climitazación, porque en verano hacía muchísimo calor y mucha sequedad, y en invierno mucha humedad, y la madera se resiente”, explica el Hermano Mayor. De hecho, en el suelo del camarín pueden verse las rendijas de acondicionamiento y, en la antesala, un termómetro a la vista para comprobar desde fuera la temperatura del habitáculo en todo momento.

Bajo el camarín, se guarda bajo llave el tesoro de la Virgen. Un cuarto blindado y protegido con alarmas que se construyó recientemente para custodiar el patrimonio de la Bella.
Pero el auténtico tesoro es la Virgen en sí. Cuando se cierran las puertas de la iglesia, se ponen las alarmas y se activa un despliegue de seguridad que parece sacado de una película de agentes especiales. Cada noche a las 10, está programado el cierre de un telón de acero que deja el camarín totalmente hermético, protegiendo a la virgen frente a cualquier intruso. Durante el día, si hay alguna incidencia, saltan las alarmas y el telón de acero se activa de forma automática, quedando la Virgen totalmente aislada de peligros. Además, la puerta de acceso al camarín está blindada también con un cristal antibalas de 4 centímetros de grosor.

Este sistema de seguridad está complementado por sensores antiincendios y cámaras de seguridad en la capilla: “Puedo mirar en el móvil en todo momento si hay algún movimiento”, concede Paco Toscano. Además, ante cualquier incidencia, la guardia civil o la policía local “me está dando un toque al móvil”, porque están conectados. En alguna ocasión, estando acostado a las 4 de la mañana, le ha llamado la policía local porque ha saltado la alarma, “y yo me desplazo al camarín y veo que está todo bien”. Y apostilla: “Puede que salte por algún bichillo”.

Pero quizá lo más curioso de todo sea escuchar que la imagen de la Virgen de la Bella cuenta con una minuciosa copia de seguridad. Paco Toscano explica que una una empresa especializada vino “y se llevó toda una noche, madrugada y mañana haciendo millones de fotos y en un Pen Drive tenemos una copia de seguridad de la Virgen”. Por lo que, si ocurriese algo, se podría reproducir la imagen a su exacta semejanza.
Un plan B al que -esperemos- nunca se tenga que recurrir.
