Después de la lluvia: Germán Coppini, para siempre

(Texto: Pablo Sycet Torres) Ambos salimos buscando el centro desde los extremos opuestos de nuestra piel de toro –él desde Vigo, yo desde mi Olontia natal- y llegamos a Madrid buscando horizontes más anchos para nuestras inquietudes en aquellos tiempos difíciles, preñados de incertidumbres y de cambios tan profundos para todos que, pasado el tiempo, cuando mirábamos hacia atrás sin ira, a veces tuvimos la sensación de que fueron años soñados, más aún que vividos.

Los azares de la vida nos cruzaron en Diez/Diez cuando Germán ya era una gloria del pop nacional, tras triunfar con Siniestro Total y Golpes Bajos, y yo me abría camino como pintor, letrista y grafista en la que entonces era la oficina de management más puntera de nuestra geografía: Alaska y Dinarama, Gabinete Caligari, Los Coyotes, Loquillo y los Trogloditas, Héroes del Silencio, mis paisanos Avíate! y Germán Coppini, entre otros artistas, formaban parte de la escudería que Ignacio Cubillas (Pito) y Ana Díaz habían creado después del cisma de Roll, su anterior empeño.

Por entonces Germán ya había abierto brecha como solista con “El ladrón de Bagdad” (Hispavox, 1987) sin los resultados de ventas esperados, y estaba en plena grabación de “Flechas negras” (Hispavox, 1989), un álbum con el repertorio todavía sin cerrar y para el que fui contratado como diseñador gráfico. Y puesto que yo por entonces ya escribía letras para Luz Casal, Rubi, Avíate! o quien buenamente se terciara, y estaba trabajando con Nacho Canut en los textos de “Salto mortal”, el que sería primer disco de Fangoria, Pito me confesó que estaban buscando una canción original para el disco de Germán con la que romper el concepto de álbum de covers en que se había ido convirtiendo. Y me preguntó si tenía alguna que ofrecer..

“Después de la lluvia” había surgido entre mis sienes meses atrás, como por ensalmo y de un tirón, cuando ya estaba acostado y leyendo una obra de Mishima a la espera de que llegara el sueño, y tomó forma como una declaración de amor a mi ciudad favorita, y es por eso que sus primeros versos son una sentencia que espero tenga, a la postre, carácter de plegaria atendida: Yo moriré en Lisboa, en el confín del mundo / por calles que Pessoa aclimató a su rumbo... También a Germán y a Pito les pareció, desde un principio, como hecha a medida para completar aquellas flechas negras del soul salvo en un verso que Coppini quiso transformar para así ajustarla al concepto general del álbum: tus flechas en la piedra sustituyó al verso original y así quedó lista para que Luis Carlos Esteban la orquestara y grabara, y Germán la cantara pocos días después. Y ya en el proceso de mezclas, a modo de guiño lusitano, decidimos samplear el Meu amor, meu amor... que se escucha entre los primeros acordes y que es el inicio del fado “Meu limao de amargura” que inmortalizó Amalia Rodrigues y que ya formaba por entonces parte de mis devociones. (http://www.youtube.com/watch?v=6IPIP_LVyFw).

Aquellas “Flechas negras” quedaron sentenciadas cuando “Después de la lluvia” estaba a punto de editarse como tercer single, porque la compañía perdió la paciencia y la fe en la vida comercial del álbum antes de lo previsto, y rescindió el contrato con Germán. Pero Coppini la seguiría cantando en directo siempre que se daban las circunstancias, y dos décadas después Avíate! la rescató del olvido para incorporarla a su repertorio de directo. Y por eso, cuando en junio de este año presentaron en concierto -en la Sala El Sol- su nuevo álbum “Para siempre”, mis paisanos invitaron a Germán a subir al escenario para cantarla a dúo y dejar para la historia una versión realmente emotiva que ya siempre recordaremos los que disfrutamos de aquel concierto madrileño y que ahora cualquiera puede encontrar en Facebook. (https://www.youtube.com/watch?v=Cq3gY41TqJU)

Supe de la muerte de Germán después de la lluvia que cayó sobre el sur más profundo de la península en esa misma tarde navideña en que Avíate! tocaba de nuevo ante sus paisanos y justo remataban el concierto acústico con su versión de “Después de la lluvia” sin que supiéramos que, en aquel mismo momento y muy lejos, Coppini agonizaba en un hospital madrileño quizás soñando con que se despedía de este perro mundo en aquella otra ciudad blanca, en la Lisboa que brilla serena como luna después de la lluvia, alianza y condena de añorarte y sentirme morir.

Por si acaso Germán recordó en su lecho de muerte esa sentencia que tantas veces había cantadó, y por si en sus últimos instantes de vida deseó morir en Lisboa sin ya poder cumplirlo, hoy le ruego a la vida ese último gesto de poder despedirme para siempre del aire que respiro en el confín del mundo, a fin de hacer verdad aquel deseo formulado en el estribillo de la única canción que firmamos juntos, y así puedan verme temblando con música de fado / y esa tristeza boba de un ciego enamorado.

Hasta siempre, Germán, y que cuando llegue mi hora tú y yo nos volvamos a encontrar en Lisboa, ciudad donde las haya / para esos corazones sedientos de batalla.

Y allí, en su plaza antigua, nos quedemos ya para siempre, brindando por otra vida..

(Nota: Con este artículo, el pintor, letrista y grafista olontense inicia su colaboración con este periódico, en el que aportará su visión sobre asuntos de actualidad)