El 'paripé' de Mario Vaquerizo y sus Nancys Rubias

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El tertuliano Hermann Tertsch acudió el pasado año a un concierto de Nancys Rubias y le llovieron críticas tras tuitear una foto acompañada de un comentario elogiando lo “bien” que había “sonado” Mario Vaquerizo y su banda. Los tuiteros, indignados, le recordaron que el grupo había actuado en riguroso playback. Como hace habitualmente.

Anoche, Nancy Travesti (guitarra eléctrica inspirado en los Ramones), Nancy O (que tocaba con llamativo entusiasmo el triángulo), Nancy Reagan (a los teclados) y el esposo de Alaska subieron al escenario de la carpa en las fiestas de San Sebastián para hacer un ‘paripé’ de directo que al público, por lo visto, le encantó. Dicen que ninguno de ellos sabe tocar un instrumento, pero ni a ellos ni al público que acude a verlos les importa.

Quienes mejor se lo pasaron en el espectáculo (concierto es otra cosa) fueron la legión de adolescentes casi histéricas que, mezcladas entre algunos cuarentones y cincuentones, no cesaron de gritar antes y durante el concierto.

Sobre la música pregrabada, Mario cantó –es un decir- algunos de los temas más conocidos de su corta pero exitosa discografía. Entre canción y canción, comentó que era el primer concierto del año y que le encantaba el sur y Sevilla, además de señalar, como no, que estaba encantado de estar en Huelva, a la que ya acudió en septiembre acompañando a Fangoria.

Vaquerizo, cuyo estilismo recordó al de Azúcar Moreno en su época dorada, presumió de collares, costillas (le encanta estar delgado), tatuajes y tacones y dijo que ser “supertravesti” era “lo mejor del mundo”.

Sus fans más jóvenes no dejaron en todo momento de corear, gritar y bailar sus canciones y dejó a más de uno con la boca abierta. Mientras tanto, algunos asistián al espectáculo con la boca abierta. Sobre todo a aquellos que siguen preguntándose la razón por la que alguien que no canta, que se ríe de si mismo y que reconoce que no sabe hacer la ‘o’ con un canuto ha logrado convertirse en un icono, en una figura mediática. A ellos habría que decirles que, tal vez, ahí resida el secreto de su innegable éxito.