La ayamontina Laura Rodríguez expone en Madrid

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El estudio está ocupado por gente que intenta controlar los nervios y la emoción de su nueva obra. Pinceles, espátula o carboncillo trazan recorridos anónimos en soportes distintos, pero próximos entre sí. No hay edad ni requisitos académicos, no hay lista de espera ni frustración, hay un cargamento de ilusiones, protegido por delantales o batas que le dan libertad a la inspiración para dejar hacer un buen trabajo.

Por detrás, como una silueta invisible, va Laura Rodríguez que hace las veces de amiga, de experta y de profesora, dando los consejos de última hora para acentuar el color, corregir la perspectiva o para darle vida a cada uno de lienzos. Ella me recibe hoy en su estudio y entre consejo y consejo me permite rastrear la obra, curiosear, o escuchar en directo los consejos que da a sus alumnos : “ difumina ese verde y deja que dé sombra”, “ amplia la línea hasta el mismo horizonte” “carga un poco más de color”. Ella quiere que sus alumnos investiguen, descubran su propio estilo, pongan su sello personal en cada soporte y luego, aprendan en las clases de Bellas Artes. Hoy tiene a cinco alumnos en ellas y en buena lógica, se siente algo más que orgullosa y satisfecha.

Pero es que la noticia corre por las tertulias a la velocidad del viento del norte que hoy se deja caer por Ayamonte. Laura expone en Pinto (Madrid), de ahí mi visita inesperada, este próximo fin de semana. Hace como un remix de su obra de todo el año en la sala de exposiciones del Centro Cultural Infanta Cristina. Una sala que se aproxima más al ala superior derecha de cualquier museo, que a una sala de exposición de corte corriente.

Su obra impactó en gente responsable del Centro Cultural y tras alguna que otra conversación, cuajó rápida la cita de la pintora ayamontina en las proximidades de la capital de reino. Laura lleva 40 obras que van desde el formato de 2 por 2 metros, a todas las posibles variantes en cuanto a medidas. Es un puzle de diversas exposiciones, con distintas temáticas, técnicas o mensajes. Un cruce de caminos donde el amarillo, rojo, verde o azul aguardan impacientes unos junto a los otros. Superposiciones, arquitectura, paisajes coloristas, puentes sobre canales en siempre en la bella Venecia, parques rebosantes de vida y arboledas, cielos al atardecer cual volcanes de color superpuesto. Una gozada de color e ilusión mezclados en la misma paleta, la de Laura Rodríguez.

Para esta mujer que deja descifrar fácilmente su felicidad a través de su propia mirada, de su sonrisa cómplice, de su enorme ilusión por ir a una sala inmensa, grandiosa, como ella misma dice “la antesala de poder exponer en un museo”. Su ilusión, su meta, su carta personal a los ya pasados Reyes Magos. Laura se va a Pinto con la maleta llena de profesionalidad y buenas maneras. Que sea una estación de paso antes de llegar a esa estación término que tanto la ilusiona y por la que tanto lucha, la sala de cualquier museo con nombre propio. Suerte amiga, aunque de eso tienes los lienzos llenos.