La leyenda del Cristo de la Sangre en Gibraleón

Cristo de la Sangre 1

La venerada imagen del Cristo de la Sangre apareció en Gibraleón envuelta misterios e incógnitas que, pese al paso del tiempo, no han logrado despejarse.

Y es que, cuenta la leyenda que una fría mañana de mediados del siglo XVI, después de una noche de abundantes tormentas, apareció un carro que transportaba un crucificado en los muros del convento que existía en lo que hoy se conoce como la iglesia del Carmen.

Sin embargo, el vehículo, que era tirado por bueyes, presentaba una rueda rota. Tras realizarse diversas gestiones para que la imagen siga el camino que la lleve a su destino, los bueyes se negaron a andar y, pese a ser cambiados por otros, el Cristo no se movía del lugar, según recoge la Hermandad del Cristo de la Sangre y la Virgen de la Soledad en su web. “Por tanto –añade- se decidió que era una señal divina y que esa imagen del Cristo debía quedarse en el monasterio”.

Dicha imagen sería bautizada posteriormente como el Cristo de la Sangre, en referencia al que era custodiado con anterioridad en dicho convento y que procesionaba “el jueves al caer el sol”.

Lo que sí está confirmado es que la citada talla fue esculpida por el conocido imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci y que procedía de la capital andaluza. Sin embargo, no ha logrado confirmarse su destino concreto.

Y es que, mientras algunos creen que su destino era Ayamonte, otros piensan que era trasladado a Cartaya.

En un foro cofrade en Internet se ha llegado a reconstruir el diálogo que habrían tenido el carretero que trasladaba la a partir de entonces venerada imagen y el ermitaño que le habría atendido en el ya desaparecido convento olontense.

El ermitaño habría pedido ver la imagen que se transportaba en el carro y, tras ser destapada, hubo un gesto de admiración por parte de los vecinos que llegaron atraídos por la curiosidad. Con lágrimas en los ojos, el encargado de velar de dicho convento empezó a decir “es él”.

Mientras los curiosos se despedían de la imagen y la carreta empezaba a enfilar la cuesta del Carmen, de repente “sucede el milagro”. “Los bueyes no avanzan, el carretero hacía todo lo posible para que siguieran su camino, pero desobedeciéndole empezaron a empujar el carro hacia atrás y lo encuadraron en la puerta de la Iglesia”.

Los testigos que presenciaron el acontecimiento entendieron que “el Señor se quiere quedar aquí, es nuestro Cristo que ha vuelto y quiere contemplar a su pueblo desde lo alto del Carmen”.

Inmediatamente, alguien se puso en marcha hacia Sevilla y otra persona hacia Ayamonte para explicar lo ocurrido.

Cuentan algunos que éste habría sido el primer milagro que obró la imagen del Cristo de la Sangre.

Castillo Lastrucci quiso expresar en la venerada obra rasgos de relajación, serenidad y dulzura, características propias del autor, que evitó el dramatismo y el exceso de sangre en sus imágenes.

Sobre cruz cilíndrica labrada con estilo arbóreo con el solo aditamento de una cartela con el INRI, aparece la imagen de Jesús crucificado en fase post mortem, sin signos externos de divinidad, pero mostrando las consecuencias bastantes atenuadas de lo padecido durante su pasión.

Sobre su frente hay señales de su corona de espinas, el cuerpo a tamaño natural, presenta la cabeza rendida hacia la derecha que cae sobre el pecho; los ojos y la boca entreabierta y sus pupilas dilatadas.

Los brazos también rendidos cuelgan de dos clavos, realizando las manos abiertas y con los dedos ligeramente flexionados, las piernas levemente genuflexas soportan todo el peso del cuerpo que ya manifiesta su rigidez y que se fija a la cruz mediante un tercer clavo que traspasa sus dos pies.

Solamente un sudario o velo de pureza siguiendo los cánones barrocos, atado a la cintura con un grueso cordel, cubre parte de su anatomía dejando al descubierto todo su parte derecha.

El 6 de abril de 1992 la Corporacón municipal, que presidía entonces José Luis Rodríguez, nombró por unanimidad al Cristo de la Sangre ‘Alcalde Honorario y Perpetuo’ de Gibraleón, otorgándole los atributos representativos de la Alcaldía, como el bastón de mando y la medalla corporativa, que lleva a sus pies durante la procesión del Jueves Santo.

Este crucificado procesiona seguido de María Santísima de la Soledad, cuya imagen es obra del imaginero ayamontino Antonio León Ortega.