El precio pactado por el 'sociosanchismo' para apuntalar Cataluña en el mapa de sus conquistas continúa levantando polvareda en las propias filas socialistas a pesar del esfuerzo pedagógico de la vicepresidenta Montero por evitar llamarlo concierto. Un presagio del espectáculo que depara el inminente curso político en Moncloa, cuyo guion ya ofrece síntomas de agotamiento en busca de un relato más equilibrado con las baronías socialistas sin enfadar a los socios de la codicia.
En ese camino exploratorio ya está activado el ventilador ante el previsible otoño caliente que se le avecina a Sánchez cuyas reminiscencias remontan al ring de boxeo protagonizado por Sánchez contra Rajoy durante la campaña de 2015. "Usted no es decente", llegó a espetar entonces al presidente del PP aprovechando que éste se enfrentaba a un pastel aderezado por delincuentes de la Gürtel, cuyas zancadas lejos de pompear en moquetas o en Cataluña terminaron pisando justamente las celdas de Soto del Real.
Aunque al gallego le costaría después una declaración judicial como testigo con cobertura en streaming y una moción de censura, antes se remangó y a modo de estocada final vaticinó que sus palabras "le perseguirían toda la vida". Hasta hoy. La decencia fijada por el propio Sánchez llama a una puerta cerrada con llave en un inhóspito lugar, donde se construye un relato que lesiona al Poder Judicial, ataca y maltrata a la 'máquina del fango' que años atrás le servía de ariete con 'Los papeles de Bárcenas'.
Con estos mimbres rearma la maltrecha caja común y firma su entrega a la camaradería de un prófugo que lo reconduce a su Manual de resistencia, a la vez que profana las bases ideológicas de la igualdad, solidaridad y justicia social de un PSOE casi disidente.
Sin perder de vista la revolución interna en Ferraz, Sánchez cuenta con las llaves de una narrativa amenazada desde sus inicios, pero mediante la que hierve un caldo de cultivo estratégico con la crisis migratoria, medidas sociales y la cruzada contra órganos judiciales. Un tiempo valioso para afianzar su relato e incluso escenificar un divorcio exprés con el independentismo que lo reconcilie con las urnas.