Opinión

Apuñalamiento en Toledo: La compasión con el verdugo

El crimen de Mocejón pone el dedo en la llaga sobre las garantías a los delincuentes y el resarcimiento de las víctimas
Polideportivo 'Ángel Tardío'
photo_camera Polideportivo 'Ángel Tardío'

Si hay algo que puede indignar especialmente es su tremenda estupidez y absurdo. A falta de una investigación pormenorizada, todo parece indicar que el móvil del asesinato no tuvo que ver con un motivo claro, sino con un acto de violencia gratuita. Aleatorio. Al azar. El victimario entró en el polideportivo y apuñaló al chico de once años. El municipio se viste de luto y a la familia no le queda más opción que asimilar la pérdida y vivir con el dolor.

Este desagradable acontecimiento nos permite reflexionar respecto a uno de los aspectos más sórdidos del actual sistema judicial, y que no es una cuestión estrictamente jurídica, sino social. Estoy hablando de la excesiva indulgencia para con el delincuente y la deficitaria sensibilidad hacia las víctimas. Y esto no tiene que ver con el abnegado trabajo que realizan los profesionales, desde los policías hasta los jueces, que se dedican a aplicar la ley. Lo tiene con la psicología que impulsa la confección de estas leyes, que configuran un sistema que permite que demasiados se cuelen por sus agujeros.

El mayor y más esperpéntico exponente de esto es la nefasta ley del ‘Sólo sí es sí’, que ha beneficiado a multitud de delincuentes sexuales y ha rebajado a sus víctimas a la categoría de meras espectadoras de la victoria de sus agresores. Muchas veces -demasiadas- en los juzgados, se pone el énfasis en la reinserción y en las garantías para los procesados. Debe ser así en un Estado de Derecho, pero lo que no puede suceder es que nos pasemos de frenada, y quienes tienen que sufrir por sus acciones acaben sufriendo un castigo considerablemente menor a lo que esperan las propias víctimas y sus familiares.

Sería interesante que el frío legislador, insigne y altruista, se dirigiera a ahora a la familia del niño asesinado para decirles que lo suyo es que un castigo leve sane unas heridas de las que no se recuperarán jamás, y llene un vacío demasiado grande como para que la filosofía buenista pueda siquiera aspirar a aliviarles el dolor.

No sucederá, porque cuando la prensa y los medios encuentren otra cosa con la que rellenar sus titulares, nadie se acordará de esto y a nadie le importará, salvo quizás a los agentes de la Guardia Civil infradotados e infrafinanciados, que se ven obligados a no ser lo efectivos que saben que pudieran ser si desde las administraciones se les mimara un poco más y se echara cuenta a sus demandas. Pero no va con el discurso de color rosa. Las víctimas no importan. Sólo las estadísticas y el relato.

Pablo Gea Congosto

Abogado. Penal y Familia. Colegiado ICAS nº 16.069.

Fundador de Cree.

Director. La Iniciativa. Peleamos por la Verdad, peleamos por ti.

Autor de 'El nacimiento del Hombre Nuevo. Personas, no Ideologías', 'El camino hacia el imperio: el tránsito de la República al Principado romano', 'El buenísimo criminal' y 'De la Constitución al Terror'.

Diploma de Especialización en Análisis del Terrorismo yihadista, insurgencias y movimientos radicales. Universidad Pablo de Olavide.

Grado en Derecho. Universidad de Sevilla.

 Máster en Derecho Público. Universidad de Sevilla.

Máster en Abogacía. Universidad de Sevilla.

 Máster en Comunicación Política y Gestión de Campañas Electorales.

Universidad Pablo de Olavide.

Doctorando en Historia Contemporánea. Universidad de Sevilla.