Opinión

Por qué Pedro Sánchez no debe ser presidente (I)

El revés de Alberto Núñez Feijóo a la hora de lograr que su candidata, Cuca Gamarra, se hiciera con la presidencia de la Mesa del Congreso, acerca aún más a Sánchez a la presidencia del Gobierno a su vez. Un desastre que España no se puede permitir, no por una razón ideológica sino por una razón de Estado. Algo en el cajón del olvido por parte de la clase política en los tiempos que corren.

Pues no es un secreto para nadie a estas alturas que Pedro Sánchez, así como el PSOE en su conjunto, cederán todo lo que haya que ceder ante quienes quieren destruir el Estado del Derecho con tal de seguir en el Poder. El peaje que paguen los ciudadanos da lo mismo. Dicho lo cual, conviene hacer una semblanza política de quien ha convertido la mentira en su forma predilecta de conducirse. De manera que el mejor patrón a la hora de evaluar qué es lo que harán Sánchez y su gobierno es creer exactamente lo contrario de lo que prometan.

Ya incluso en los inicios de su actividad política como colaborador de Oscar López, Trinidad Jiménez colocó al actual presidente como consejero de la asamblea de Caja Madrid, puesto que ocupó entre 2004 y 2009, durante la presidencia de Miguel Blesa. Etapa en la que recibió regalos y prebendas como todos los consejeros y durante la que aprobó la desastrosa compra del Banco Nacional de Florida, así como tampoco se opuso al incremento del balance de la entidad con activos tóxicos. La compra del Banco Nacional de Florida acabó con Blesa en el banquillo y Sánchez solicitó y obtuvo un crédito amigo por parte de la entidad por valor de 159.300 euros.

A mayor abundamiento, el doctor en económicas ni es economista ni es doctor. Dado que su licenciatura universitaria no es en económicas sino en empresariales, no obtenida en la Complutense de Madrid sino en el colegio privado María Cristina. Y su tesis doctoral es público y notorio que no fue redactada por él, como quedó patente durante el escándalo que, sorpresivamente, no le costó el sillón en La Moncloa.

Así las cosas, su acceso a los puestos de poder dentro del PSOE también fue fruto de maniobras turbias, a las que no fue ajena la estructura del mismo partido. Pues tras la espantada de Rubalcaba, la hoja de ruta pasaba por que Susana Díaz fuera elegida por 'aclamación', esto es, sin primarias. A lo que se opuso Eduardo Madina y hubo que ir a los comicios. La operación, cocinada por las federaciones socialistas de Andalucía, Madrid y Valencia, preveía que Sánchez fuera elegido Secretario General para dejar que Díaz fuera candidata a la Presidencia del Gobierno, mientras Zapatero seguiría manejándolo todo desde la trastienda. La cosa no salió como nadie había previsto (salvo Sánchez), y una vez se hizo con el poder dentro del partido, liquidó los controles internos dentro del mismo para imponer una gestión autocrática.

El respeto de Sánchez por la democracia, no ya del estado español, sino de su mismo partido, quedó patente durante el episodio de la gestora. Las elecciones del 20 de diciembre de 2025 se saldaron con un sonoro fracaso para los socialistas, en las que perdieron 20 diputados, quedándose con 90. Ante este escenario, suscribió una alianza con Ciudadanos de corte constitucionalista, a la vez que negociaba con Podemos y los nacionalistas para obtener la tan ansiada investidura, lo que no resultó. Y ello pese a que aseguró vez tras vez que no pactaría ni con los populistas ni con los independentistas. Qué cosas...

Al final, se repitieron elecciones en junio de 2016 y, ante un nuevo fracaso electoral con la pérdida de 5 escaños (quedándose en 85), lo que no le disuadió de intentar conformar una mayoría alternativa a la del Partido Popular precisamente con aquellos de los que afirmó que nunca acordaría nada. Al no conseguirlo, bloqueó la investidura de Mariano Rajoy y se aseguró de que el PSOE no pidiera su cabeza convocando nuevas primarias en el partido para el 23 de octubre a pesar de que la sesión de investidura estaba prevista para el 29. Junto a un Congreso del partido en diciembre. Convocado el Comité Federal para el 1 de octubre, se solicitó por algunos miembros que la votación fuese a mano alzada, a lo que Sánchez rehusó tan sólo para quedar al descubierto que los suyos habían escondido una urna detrás de una cortina para falsificar los resultados de las elecciones.

Ante este claro atentando contra la democracia interna dentro del partido, otros miembros del Comité Federal se las arreglaron para presentar una moción de censura contra Sánchez ipso facto, ante lo que el ahora presidente del Gobierno tuvo que aceptar la votación a mano alzada. Perdió por 132 votos en contra frente a 107 a favor. Y tuvo que dimitir. Y lo hizo no porque insistiese en el 'No' a Rajoy, sino porque pretendió de manera torticera mantenerse en el poder dentro de su partido, recurriendo al fraude electoral durante el camino. Destapado el asunto y puesto en evidencia, tuvo que irse y la dirección del Partido Socialista recayó en una gestora.

Una muestra indefendible de la catadura moral y política de quien sostiene en los momentos actuales las riendas del país.

Pero hablaremos más...