
(Emilio Rodríguez) Después de escuchar y leer comentarios despectivos sobre los inmigrantes, tanto a nivel nacional (Argentina) como internacional, especialmente, los realizados por Donald Trump, flamante presidente de EE.UU., me decidí a escribir este artículo.
Sobre esta cuestión, lo primero que me parece oportuno hacer es recordar las palabras de Arcadi Oliveres. Es un economista español, reconocido activista de Justicia i Pau, una organización por la promoción y defensa de los derechos humanos en todo el mundo. Tuve la fortuna de tenerlo como profesor allá por agosto de 2002 en un Curso de Verano sobre Globalización y crisis en América Latina y el Caribe. Dicho curso fue en la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), en la Sede Iberoamericana Santa María de la Rábida.
Revisando apuntes y haciendo memoria sobre sus ideas, las que más recuerdo son las siguientes:
-“Los inmigrantes ayudan a pagar las pensiones, pagan a la seguridad social, usan menos de ella y colaboran con la misma”.
-“Nadie tiene derecho para firmar o crear leyes de extranjería, porque son injustas”.
-“Entre 1850 y 1920, 50 millones de europeos se fueron de su continente para hacer la América”.
Con respecto a esta última frase, Oliveres nos decía en las clases, que muchos europeos tenían muy poca memoria, cuestionaban a los inmigrantes pero se olvidaban que sus antepasados tuvieron que buscar otras tierras. Resaltaba que Europa había generado olas inmigratorias y que si no hubiera sido por América hubieran tenido quizás un final no tan feliz.
Los inmigrantes, ya sea en España o en Argentina no le quitan el trabajo a los ciudadanos locales, por lo general vienen a realizar trabajos que la mayoría de la población local no está dispuesta a realizar, por las exigentes condiciones laborales, o porque prefiere esperar un empleo distinto.
Y también ocurre que muchas veces ese mismo inmigrante termina generando trabajo a otras personas, como por ejemplo, sucedió con algunos inmigrantes bolivianos, que vinieron hace ya muchos años, trabajaron duro en áreas rurales y luego de varios años, compraron quintas en el Gran Buenos Aires y generaron empleos en esas extensas huertas.
Los bolivianos y paraguayos, son muy cuestionados por algunos ciudadanos argentinos, por políticos, y medios de comunicación. Que dicen de ellos: tienen la culpa de que no hay trabajo, generan más inseguridad, etc. Pero según el último censo del año 2010, el porcentaje de nacidos en países limítrofes que vive en Argentina es del 3,1 %. El número refleja que se utiliza a la población extranjera como chivo expiatorio, ya que es muy poca. Para profundizar esta veta, sugiero leer el libro Mitomanías argentinas de Alejandro Grimson, especialmente, el capítulo Mitos racistas.
Sobre los bolivianos es muy interesante y recomiendo leer el libro de Alieto Guadagni y Francisco Boero, “La educación argentina en el siglo XXI”. Especialmente el capítulo sobre la escuela secundaria, donde hace referencia a una investigación presentada en el informe de Unicef, “Los estudiantes extranjeros”, elaborado por Marcela Cerruti y Georgina Binstock, que analiza el comportamiento comparativo de los adolescentes inmigrantes y los argentinos en la escuela secundaria en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. Los datos que se citan en el libro son referidos a los bolivianos y en todos los aspectos (desempeño en la escuela, entre otras cuestiones) son mejores los hermanos del Altiplano comparados con los argentinos. Para sumar a esta idea, les cuento que recuerdo el rendimiento óptimo que tenían los compañeros de Bolivia, en la Maestría en Ciencia Política Iberoamericana que realice en la UNIA.
Oliveres nos afirmaba que muchas veces los políticos, usan y utilizan este prejuicio instalado en la sociedad, (sabiendo que no es cierto), para poder capitalizar más votos. Pero que después, una vez ya en el poder, los mismos empresarios son los que presionan a los gobernantes para que dejen entrar más inmigrantes.
Pero lo que más me llama la atención, es escuchar o leer ideas negativas sobre los inmigrantes, expresadas por personas cuyos apellidos develan un origen extranjero. No deja de ser contradictorio y muestra como están instalados los prejuicios en la sociedad y lo difícil que son erradicarlos. Ya lo decía Albert Einstein, «es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio».
(Emilio Rodríguez posee un máster en Ciencias Políticas)