Parte II: Cómo entrenar a tu caballo para romerías y ferias

Para el bienestar del animal, es esencial prepararlo físicamente y saber captar sus señales corporales

Llevar a tu caballo a una feria o romería es como llevarlo “a una maratón”. Las altas temperaturas, el desgaste físico y las extensas jornadas festivas les pueden pasar factura si no llegan en óptimas condiciones físicas. Como por ejemplo, El Rocío, en el que tendrán que transitar muchos kilómentros de camino hasta la aldea.

Un caballo es como un atleta, necesita un entrenamiento previo antes de exponerlo al esfuerzo que supone ser montados durante varios días en romerías y ferias. Pero dicha preparación física hay que llevarla a cabo durante todo el año y de forma progresiva, no solo los meses previos a la festividad, en los que se intensificará el entrenamiento.

El Técnico Deportivo en Equitación nivel 1 Antonio Real López, nos aconseja cómo preparar físicamente a un caballo para que cuenten con un buen fondo físico y una adecuada musculatura. Para ello, se pueden llevar a cabo tanto ejercicios en la cuerda, como montados, y al menos, dos o tres veces por semana durante unas horas.

 

Antes de entrenar al caballo, es fundamental proteger sus tendones y manos con la ayuda de protectores y campanas. De esta manera, evitaremos que se produzca una lesión durante el entrenamiento físico. Por otro lado, nosotros debemos equiparnos también con las espuelas, una ayuda artificial para potenciar la fuerza de la pierna y que mejorará nuestra comunicación con el caballo.

Como en cualquier deporte, al empezar el entrenamiento, el caballo debe calentar y el ejercicio estará orientado a que el animal estire toda su parte superior. Al iniciar el ejercicio, hay que asegurarse de que el cuello del caballo esté largo y la nuca baja. Posteriormente, lo entrenaremos con ejercicios más intensos como el entrenamiento pessoa, riendas largas, con barras, trote o galope.

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Caballo con protectores y cascos antes de entrenar

Cómo tranquilizar a un caballo y cómo captar sus señales

Para los caballos, las ciudades y los pueblos no son su medio natural y lo más normal es que se asusten por la señalización luminosa y los ruidos. Por eso, es importante ir acostumbrándolos antes de la celebración de una feria o romería. Lo ideal es pasearlos previamente en dicho entorno para que el caballo se asocie con ruidos, vehículos como camiones y grúas, y señales luminosas.

En muchas ocaciones, al alquilar un caballo para una feria o una romería, no conoceremos a fondo al animal. No obstante, es necesario crear un vínculo y establecer contacto con él. Para ello, podemos acariciarlo y montarlo previamente. Además, su lenguaje corporal nos desvelará si hay algo que le asusta, le duele o le incomoda. 

 

Por ejemplo, si las orejas de un caballo se ponen puntiagudas, el animal nos está diciendo que existe una amenza en la dirección en la que orienta sus orejas. Además, notaremos que su cuello se tensa y que acorta su paso. En ese caso, la mejor solución es apartarlo del miedo o intentar que el caballo siga los pasos de otro compañero equino, al tratarse de animales gregarios. 

Por otro lado, en jornadas largas de romería el caballo podría deshidratarse o sufrir un cólico. ¿Cómo podemos identificarlo? Un truco fácil sería pellizcarle en el cuello para comprobar que la piel vuelve a su estado natural rápidamente. Si no lo hace, quiere decir que el caballo no se encuentra en condiciones óptimas. Igualmente, podemos comprobar la capacidad de reacción de sus ojos y el color rojizo de sus mucosas, que denotan su bienestar. Finalmente, si el caballo se quiere echar al suelo, también es una señal de alarma de que nos indica que no se encuentra en buen estado.

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Las orejas de un caballo se ponen puntiagudas al percibir una amenaza