Trato vejatorio a Almonte. Así ha sido recibida en la localidad la decisión de la Estación Biológica de Doñana (EBD) y la Infraestructura Científico-Técnica Singular de Doñana (ICTS-RBD), ambos pertenecientes al Consejero Superior de Investigaciones Científicas), de instalar una cámara en la laguna de Santa Olalla, en Doñana, para seguir en directo su estado.
Desde el Ayuntamiento de Almonte, según ha podido conocer El Avispero, se ha mostrado su más enérgica repulsa por esta iniciativa y se considera que Doñana “no debe ser moneda de cambio en contiendas institucionales y políticas”.

A este respecto, lamenta que “los científicos pierden el rigor necesario en Doñana y se abrazan al populismo”. Con ello, se causa un “enorme perjuicio” a una de las zonas de más baja renta per capita de Andalucía y del resto de Europa.
En Almonte se destaca que “Doñana debería ser junto con el santuario más importante de la biodiversidad de Europa el destino de turismo de naturaleza más importante y significativo de UE”. En este contexto, se subraya que “si los almonteños no mantienen Doñana, como lo han hecho a lo largo de los siglos pasados, nadie lo hará”.
“El arraigo con nuestra tierra nadie puede suplementarlo”, se agrega al respecto.
Desde la localidad almonteña se lamenta, además, que “en el último medio siglo solo se han creado problemas, ahora Doñana está peor que antes de llegar los científicos, y los tutores institucionales”.

“Que alguien haga la cuenta de lo que se ha gastado en investigación en los últimos cincuenta años y comprobará que solo ha servido para hacer currículum individuales y ninguna aportación al bienestar de los habitantes de la zona”, aseguran las fuentes consultadas.
El Consistorio almonteño también recuerda que los científicos utilizan más de 200 vehículos a diario “contaminando” el Parque Nacional y anuncia que podría instalar una cámara en la laguna de Las Madres, en El Rocío, al objeto de que se siga a nivel mundial “como las arenas están acabando con el mirador de aves más importante de Doñana”.
De este “enarenamiento” se culpa directamente a la “dejadez” de quienes tendrían que velar por la conservación de Doñana y, en especial, de lugares tan significativos como el antes citado.