Son días de ilusión y preparativos en Huelva. Miles de onubenses ultiman cada detalle antes de partir con su Hermandad a la Romería del Rocío.
Ya sea con Emigrantes, el miércoles, o con Huelva, el jueves, la ciudad se engalana para despedir a los romeros y vivir, un año más, estampas emocionantes que forman parte de nuestra cultura e identidad. Cada año es diferente y especial, pero, como es lógico, la romería que ahora presenciamos ha cambiado mucho con respecto a la que era en el pasado. Como ejemplo, se podría citar la salida de la Hermandad del Rocío de Huelva del año 1899.
La prensa de aquella época se hizo eco de uno de los momentos más esperados en la localidad. En concreto, el periódico La Provincia, en su tirada del 24 de mayo, recogió una crónica de la comitiva de romeros por las calles del municipio, que tuvo lugar el jueves anterior.
La salida de la Hermandad del Rocío de Huelva hacia Almonte tuvo lugar a las diez de la noche, como adelantaba el medio local en la publicación del mismo día, el 18 de mayo.
También señalaba el periódico que los rocieros regresarían a la capital el martes al anochecer. En aquel tiempo, según indica la propia Hermandad del Rocío de Huelva en su página web, la sede de la filial onubense era la Iglesia del Convento de San Francisco.
Se piensa que se había trasladado allí por iniciativa de su hermano mayor en aquellos años, Antonio Gilabert, que también era el responsable de la Hermandad de la Expiración, fundada unos años antes en la misma Parroquia.
Según la cabecera, el jueves de salida hubo mucha gente en las calles despidiendo a los romeros y, al discurrir por la Plaza de las Monjas, tocó la banda de Música.
Sin embargo, apunta el periódico que el número de “expedicionarios era pequeño, seguramente que no pasaron de cinco las carretas que salieron engalanadas ese día y no sería mucho mayor el número de jinetes”.
No obstante, el medio subraya que, durante toda la noche del lunes siguiente estuvieron “oyendo los alegres cantos de las patrullas que se disponían a salir al encuentro de los romeros”.
También se indica en la crónica que hubo muchas carretas que “de madrugada (…) salían con el mismo objeto”.
Además, se señala que, durante la mañana siguiente y hasta después de mediodía hubo muchas más personas que partieron en busca de los rocieros onubenses, que volvían a su tierra después de haberse postrado ante la Virgen del Rocío.
La prensa describe este suceso de la siguiente forma: “hemos estado presenciando desde nuestra redacción el paso de carretas, de coches, — que no sabíamos que en Huelva hubiera tantos, -y de jinetes, algunos muy bien montados y preparados a la andaluza”.
La Hermandad regresó a Huelva a las nueve de la noche, arropada por muchas personas que la esperaban.
El periódico precisa que los romeros, “sudorosos, polvorientos, casi congestionados, molidos, fatigados, roncos de gritar ¡viva la Virgen del Rocío! y de cantar aires andaluces”, entraron en la ciudad con mucho orden, llevando delante “la carreta de plata, tirada por magníficas mulas de trabajo, donde va el estandarte de la Virgen, recorriendo así el trayecto hasta la Plaza de las Monjas (…)”.
Han pasado 125 años de aquellas vivencias. Por aquel entonces, no iban tantas personas al Rocío, ni acompañaban tantos carros al Simpecado, pero ya se vivía con fervor tanto la salida como la llegada de la Hermandad al municipio. A finales del siglo XIX, Huelva ya lucía, con orgullo y con notoriedad, su devoción a la Virgen del Rocío.