El pueblo onubense de Berrocal está situado en la parte occidental del Andévalo y al margen izquierdo del Río Tinto. Su aislamiento y el arraigo de los berrocaleños/as han permitido conservar —casi intactas— una de las fiestas de origen pagano cuyo nacimiento datado se remonta a los siglos XV y XVI.
Las Cruces de Mayo de Berrocal son un rito ancestral que ha conseguido resurgir como el Ave Fénix tras adversidades que han amenazado con extinguirlo. Hablamos de una guerra civil, la pandemia o la despoblación de la zona.
La composición de la celebración es la de varias jornadas que se reparten a lo largo del primer fin de semana de mayo con tal atractivo que ha sido condecorado como patrimonio cultural andaluz. Aunque la fiesta ha ido evolucionando a lo largo de los años con incorporaciones como la contratación de bandas de música, servicio de cocina y creciente presupuesto y expectativas turísticas, su esqueleto y simbología permanecen como en su nacimiento.
Hermandad de la Santa Vera Cruz de Abajo de Berrocal
Tanto es así, que esta misma rivalidad entre las cruces es el motor que mueve a los hermanos de ambas a perfeccionarlas año tras año. En el caso de la Cruz de Abajo, su bandera es el símbolo por excelencia de la hermandad. También lo es la familia, el respeto a los animales, —compañeros de trabajo de muchas generaciones— o el recuerdo de los que ya no están.
El mozo de la Cruz de Abajo
La Hermandad de la Cruz de Abajo ha conseguido transmitir, generación tras generación, un vínculo con su hermandad. Un claro ejemplo es el de Pedro Romero Ruiz. Mozo de la Cruz de Abajo de este año, espera el momento de clavar la bandera afirmando que "va a ser lo más importante que ha hecho en su vida". A pesar de su desparpajo, añade que "está nervioso" y no es para menos.
Pedro y María, mozos de la Cruz de Abajo de Berrocal de este año
Otro distintivo de la celebración es su composición: se divide en una parte pagana (durante el viernes y sábado) y otra religiosa (consistente en la procesión de ambas cruces durante el domingo). El sábado es el día de mayor atractivo turístico: entre otros actos, el mozo se sube a la bestia, vestida de romero, y clava la bandera. En este caso, será Pedro quien se encargue de hacerlo ante los ojos de los berrocaleños/as y turistas.
Ese mismo día, algo más temprano, los más mayores de la cruz preparan a las mulas. Son ellos los únicos que aún saben colocar a la perfección el romero alrededor del animal, aunque los jóvenes ayudan a confeccionarlo y observan con atención.
Berrocal cuenta con menos de 400 habitantes, pero las Cruces de Mayo se esperan con más ganas que nunca. "Pocos siguen viviendo en el pueblo pero da igual. A la cruz todavía le quedan muchos años", cuenta el mozo.
El Hermano Mayor de la Cruz de Abajo
"Si te preguntan qué tipo de fiesta es, no puedes decir ni que son cruces, ni que es una romería. Es una mezcla de todo eso que es difícil de explicar a no ser que hayas ido por allí", cuenta Eduardo Javier Calero García, Hermano Mayor de la Cruz de Abajo de Berrocal.
Su labor será, dicho resumidamente, conseguir que todo salga bien. "Es una fiesta sobredimensionada y hay que contratar bandas musicales, servicio de cocina, entre otros muchos más que convierten el cargo en una gran responsabilidad".
No es un año cualquiera para las Cruces de Mayo de Berrocal: se celebran 75 años de la reanudación de la fiesta tras la República, guerra civil y posguerra. En 1961, unos jóvenes Faustino y Magdalena fueron los mozos de la Cruz de Abajo. El hijo de Magdalena sería mozo sería mozo en 1992 junto con Aurora, madre del mozo de este año. Ahora, en 2023, María y Pedro son los mozos y nietos de los que lo fueron en 1961. "Tres generaciones representadas en Pedro y María". "De hecho, el Hermano Mayor de 1948 fue mi abuelo José. La casualidad ha querido que un nieto suyo esté al frente, junto con la organización directiva, de la Hermandad de la Cruz de Abajo 75 años después", cuenta Eduardo.
La rivalidad entre hermandades es el motor de la celebración. "Cuando vienen amigos de fuera, tú estás deseando que te digan que la tuya es la más bonita, que tu mozo es el que mejor ha clavado bandera. Lo bonito es que sea desde la positividad porque somos un pueblo muy pequeño y al final lo importante es sumar y multiplicar nuestras energías", dice Calero.
La competición se materializa en las coplas de pique de ambos bandos, "ensalzando lo propio y minimizando lo ajeno a través de ironía y sintonías. Es algo muy potente de ver", explica el Hermano Mayor.
Las fiestas de Berrocal no defraudan. "Hay que visitar las dos cruces, no perderse ni un evento. Muchos de los que vienen a verlo te lo recuerdan al cabo de los años diciendo que es una fiesta muy especial. Todo el que viene quiere volver", concluye.
Este año, el cartel de la Hermandad de Abajo representa el momento icónico de la clava de bandera. Cristina Romero Villajosana, cuyos abuelos emigraron a Cataluña en busca de un futuro mejor, es hermana de la cruz y ha ilustrado la festividad de su pueblo con los símbolos que tan especial la hacen: el mozo clavando la bandera, la moza aclamando "¡Viva!" y el gentío que se prevé que asista a la mágica celebración de este año.