La Educación emocional de los niños, una tendencia imparable en todo el mundo

El catedrático Rafael Bisquerra reconoce que “queda mucho camino” y apela a la sensibilización y formación del profesorado para aplicar los programas

Al sistema educativo y, por extensión, la educación de los más jóvenes, desde que son niños, se asoma con cada vez más fuerza un nuevo modelo de la enseñanza y el aprendizaje. Existe una vasta literatura científica que respalda el nuevo paradigma, con autores en nuestro país referentes a nivel nacional e internacional como los catedráticos Rafael Bisquerra y Francisco Mora, y lo cierto es que, ahora sí, se observa cómo importantes compañías, organizaciones y empresas –véase la OCDE, el Foro de Davos o la Revista Forbes, por citar algunos ejemplos– defienden con insistencia el valor de las habilidades o destrezas sociales y emocionales, la Inteligencia emocional, en el aula y en el trabajo, tanto en la plantilla como en los puestos directivos.

El nuevo paradigma ya no otorga un protagonismo supremo al desarrollo cognitivo-técnico de las personas, de los niños, sino que incide de manera especial en su desarrollo como persona a través de la Inteligencia emocional, de las destrezas sociales y personales. No obstante, como afirma el catedrático Rafael Bisquerra, autor de importantes obras como La inteligencia emocional en la educación (2015) o Educación emocional y bienestar (2000), aún queda un largo recorrido por delante, sobre todo en la sensibilización y formación del profesorado, pero también es cierto que se ha recorrido un importante camino.

El propio Dr. Bisquerra es un precursor y defensor a ultranza de la Educación emocional (Social and Emotional Learning) desde principios de la década de los 90, a través de un modelo transversal que, además de la propia Inteligencia emocional, también bebe de otros ámbitos científicos en alza como la Neurociencia (Neuroeducación) o la Psicología positiva.

En esta sección hemos abordado la introducción paulatina de la Inteligencia emocional en los centros educativos, en la formación e investigación académicas e incluso en las nuevas leyes, una tendencia cada vez más consolidada.

En su última intervención en el Máster en Inteligencia emocional, Psicología positiva, Neurociencia, Ciencias de la Felicidad, el Bienestar y la Salud del Instituto Psicobiológico, el Dr. Bisquerra destacó la introducción de la Educación emocional en aulas de México, donde han puesto en práctica una asignatura de Educación emocional que sigue el modelo del catedrático, quien además participa como asesor.

Otra importante experiencia es la que se está viviendo en Chile, donde la Fundación Liderazgo Chile ha presentado ante ante la Comisión de Educación un proyecto de ley para desarrollar la Educación emocional en las escuelas. Por su parte, Argentina es pionera en la apuesta oficial por la Educación emocional, mediante una ley que apuesta por la formación y el entrenamiento de los docentes en habilidades emocionales.

Experiencias en España

En España, asistimos a propuestas cada vez más ambiciosas en materia de Inteligencia y Educación emocional, algunas respaldadas por importantes organizaciones, como es el caso de la iniciativa ‘Aprendemos juntos’ del BBVA y el diario El País –en la que participa el catedrático Francisco Mora–.

En la comunidad de Andalucía, la Consejería de Educación ha puesto en marcha en el curso 2018-19 el denominado Programa para la Promoción de Hábitos de Vida Saludables ‘Creciendo en salud’, que tiene a la Educación emocional como uno sus principales pilares. Precisamente, una de las principales líneas de intervención –de carácter obligatorio para los colegios e institutos inscritos– se basa en la Educación emocional de los niños y jóvenes, desarrollando bloques temáticos para favorecer la conciencia emocional, la regulación emocional, la autonomía emocional, la competencia social y el aprendizaje de “competencias para la vida y el bienestar”.

A nivel local, en Guadalajara, la Concejalía de Educación del Ayuntamiento ha puesto en marcha por segundo año consecutivo en colaboración con la UNED una formación en Inteligencia emocional para niños de entre 6 y 8 años, donde se abordan diferentes aspectos relacionados con la identificación, el reconocimiento y gestión emocional entre los más pequeños.

En organismos públicos, como son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, también se comienza a valorar la formación en Inteligencia emocional, muy en especial en los mandos. Así, por ejemplo, en la regulación de los currículos de la formación para la incorporación a la Escala de Oficiales del Cuerpo de la Guardia Civil, la Inteligencia emocional, las relaciones interpersonales o el manejo del estrés aparecen como un contenido curricular en materia de Dirección y Liderazgo.

En Valencia, investigadores de la UPV y la UV desarrollan un ambicioso proyecto tecnológico –con la participación de dos mil adolescentes, familiares, y medio millar de profesores de toda España– denominado emoTIC, una app para evaluar las habilidades socioemocionales de los niños de entre 10 y 16 años. Se evalúa concretamente la percepción, la facilitación, la comprensión y la regulación de las emociones, y tiene el objetivo de potenciar la responsabilidad personal y social de los niños, así como su bienestar.

“Necesitamos una auténtica sensibilización y formación del profesorado”

El catedrático Rafael Bisquerra sabe que sus objetivos, como el de llevar la Educación emocional a las aulas y al ámbito familiar, se están cumpliendo. “Hemos dado muchos pasos”, reconoció el Dr. Bisquerra en el último seminario impartido en Máster en Inteligencia emocional, celebrado en diciembre. “Se ha recorrido un camino importante, pero la Educación emocional necesita un respaldo total”, afirma el catedrático de Orientación Psicopedagógica, sabedor de que todavía se necesita una “auténtica sensibilización y formación del profesorado” en materia de Educación e Inteligencia emocional.

Para el Dr. Bisquerra, entre los requisitos que debe tener una correcta Educación emocional, se encuentra el “enfoque secuencial” que debe tener el proceso, “a lo largo de varios años, a ser posible durante toda la escolaridad”. El catedrático defiende este desarrollo continuado y transversal de los alumnos, y no la fórmula de “pequeños programas, talleres o formaciones puntuales de Inteligencia emocional”. E insiste en la actitud que deben tener los profesores: “La formación y sensibilización del docente desde la convicción son obligatorias”.


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